Pancho y Priscila, los felices novios...
Bien vestiditos y arregladitos llegaron los novios a San Lázaro, pulcros, recién bañados, él, con traje azul, un poco fuera de moda, pero impecablemente liso, sin una sola arruga, con una camisa bien, pero bien almidonada, zapato de charol, boleado, fistol y flor, excéntrico o rancio, depende de donde se acomode uno para verlo. Ella, con un vestido un tanto más folklórico, de tres piezas, mucho maquillaje, es su tercer -o cuarto o quinto- matrimonio. Escotada de más, algunos dirían vulgar, pero que importa, radiante. En su rostro se refleja la inocencia de la primera vez, la esperanza de éste tan ansiado enlace.
Atrás, puntuales, llevando la cola de la novia y las arracadas, los sonrientes pajes. Ella, malcriada, precoz y latosa, aunque se comporta durante la ceremonia, con un vestidito verde, de marca, dicen las malas lenguas que es hija bastarda de la novia. Él, de trajecito casi como copia del novio, se ve buen niño, dice su maestra que es aplicado en la escuela, aunque convenenciero, parece que sí. En el barrio decían que jamás se iban a casar, parecía una historia imposible, como de novela. El novio no paraba de echarle en cara a la novia tantos años de malos tratos, de cínicos engaños, de usar a todos los hombres de la colonia a su antojo, de robarse las cuotas de los vecinos mientras administró la privada.
¿Quién lo iba a imaginar? La novia simplemente lo ignoraba y cuando tenía oportunidad, le mandaba poner golpizas, algunas graves, es de las vengativas, de cuidado... que por mocho, que por ser el más pipiris nais de todo el barrio, que por entrometido en sus negocios. Tenía valor el joven.
Hoy -ayer- después de tanto coqueteo, firmaron su enlace. Del amor al odio un paso. Así hacia la traición. A ver cuanto duran juntos el piojo y la pulga, por lo pronto, la enemistad del barrio es innegable, ni al baile invitaron, dejaron a la palomilla vestida y alborotada. No les importa, dicen que adelantaron su luna de miel (visitaron el Sumidero, Tuxtla, San Cristobal) para, una vez casados, entrarle con todo a los nuevos negocios que harán juntos.
Eso si, No faltaron ni los padrinos ricachones ni el cura de la parroquia en la taquiza, vaya, sólo los VIP's, dice la pareja. Por lo pronto el bailongo se hará en dos salones porque en donde se casaron no caben, de ahí unos invitados se van a Xicoténcatl, suertudos, tiene más caché. Dicen que la fiesta va para largo. No quiero imaginarme la crudota.
Love is in the air... ¡que vivan los novios!
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AMLO, sonríe, ya eres presidente y ya tienes el paseo para ti solito, como Maximiliano.
Oaxaca arde, que se vaya Ruiz, también los de la APPO, basta.