El fulgor de los primeros días
¿A quién quieren engañar?
Al fin ocurrió la accidentada toma de posesión. Sí, en San Lázaro, el pasado 1ero. de diciembre, ante el Congreso, como lo dicta la Constitución. Más allá de los cuatro minutos que duró el acto o de la aparición "milagrosa" del que rendiría protesta en la tribuna entre alabanzas y reproches, lo más sobresaliente, como en las rancias épocas del priísmo, fue la pésima transmisión televisiva, "oficial", del acontecimiento. Basta con citar a la conductora Diane Pérez, de limitado sentido común, de penosa estampa, diciendo sin empacho: "...el salón de sesiones se encuentra en calma..." ¿qué entenderá por calma esta pueril comunicadora?, ¿de qué salón de sesiones hablaba?, o "... (Éste es) Un inicio con el pie derecho, un inicio de seis años de mandato del presidente Felipe Calderón Hinojosa con el pie derecho, como debía ser". Señora: gracias por decirnos, tan aguda y responsablemente, y de manera oficial, cómo debía iniciar el sexenio. Y ¿qué tal esto?: "...el presidente Felipe Calderón... empieza un sexenio como debe de ser, con mano dura"... ¿qué? lo que ahí acontecía era la antesala de una guerra civil, un tanto refinada, pues no había armas, sólo palmas y porras contra abucheos y rechiflas, halagos contra protestas y en medio, unas banderitas empuñadas por las y los finísimos representantes del partido bisagra, que ahora con ánimo cínico de "demócrata", jala hacia donde convenga: el exánime dinosaurio dirigido por los gángsters Gamboa y Beltrones, el eterno PRI. ¿A quién quiere engañar la comunicadora? O más bien, la Secretaría de Gobernación, encargada de la transmisión oficial de la ceremonia. La sesión no aconteció en calma, ahí se mostró un Congreso dividido y fragmentado, fotografía a medias, ruin, de nuestra sociedad.
Al final, Calderón, con voz ronca y decisión, en medio del circo, rindió protesta, cumplió con su cometido. Más tarde siguió con el protocolo y fue, ahora sí, a sus eventos, a llenarse de las buenas vibras y vítores de sus amigos y simpatizantes, para empezar su difícil, complicadísimo sexenio. Sus acciones, a partir de ahora, lo juzgarán. Está en la mira de todos los mexicanos.
El "primer preso político" y la mano dura.
Llegó el primer hitazo de Ramírez Acuña. Flavio Sosa, argucioso líder apista y miembro del Consejo Nacional del PRD se encuentra preso enfrentando proceso legal en su contra. Mano dura, implacable, avisa el gobierno. Él y sus secuaces han sido acusados de “secuestro, robo calificado con violencia, lesiones calificadas, daños dolosos, por incendio, sedición y ataques a las vías generales de comunicación”. Qué eficacia de Gobernación y de nuestro sistema judicial, apresar a estos “rufianes” una vez “agotado” el “diálogo”, ya sólo le falta, con la misma mano dura, girar órdenes de aprensión en contra de los que desde el gobierno han violado sistemáticamente los derechos humanos y/o cometido crímenes de cuello blanco, entre ellos Ulises Ruiz, y otros miembros de la nociva fauna política, que con impunidad total, rondan por los pasillos de los palacios de gobierno, las secretarías de estado, la Cámara de Diputados o el Senado…ah, y de paso, al propio Secretario de Gobernación, que según informes de Amnistía Internacional, la CNDH y Human Rights Watch, actuó violador de los derechos fundamentales de más de una docena de personas, y represivo, por lo menos, en los penosos acontecimientos de Guadalajara en la Cumbre de 2004. No sé cuando se quitará ese estigma el funcionario. No sé si en este país se hará, algún día, verdadera justicia. Que renuncie Ruiz y sea juzgado por criminal o incompetente (aunque no existe un juicio por incompetencia, aún), que se justifiquen con pruebas las detenciones de los apistas y se les garanticen sus derechos de defensa, y de ser el caso, se sancionen sus actos. Que vuelva la calma a Oaxaca y deje de postergarse el trabajo, que desde todos los frentes, encarrile al estado en la vía del desarrollo y la superación de la pobreza y la marginación.