La "Ley Televisa", los mineros y el debate

Después de un acalorado -o no tanto, no lo suficiente- debate en el Senado de la República, la minuta que incluía las modificaciones a la Ley de Radio y Televisión, enviada por la Cámara de Diputados, prosperó, y unos días después, ante el descontento y la protesta de televisoras y emisoras de radio públicas y de muchos ciudadanos, fue promulgada, con el aval y la bendición del presidente, la llamada "Ley Televisa". Parece que hoy ganaron la batalla los "mercaderes de la política", que en palabras de Javier Corral "ven a la televisión como el instrumento ideológico para la manipulación social y el encubrimiento de la dinámica de simbiosis entre la política y los grupos financieros, base del modelo económico neoliberal que acumula al mismo tiempo poder y dinero". ¿Cuándo nos hubiéramos imaginado a un Senador del PAN, férreo, valiente, hablando así, ante la vergüenza y el repudio de sus mismos compañeros de partido? aún queda un poco de valor en la política, y el de Chihuahua no está solo.
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Dice Francisco Hernández Juárez, líder colegiado de la UNT que se está violando la "autonomía sindical", que Napo y compañía son los "buenos", los que ven por los trabajadores mineros, que todo es una jugarreta del -de por sí tímido- gobierno foxista para golpear al sindicalismo y a sus buenas causas. Debería de promulgarse una ley entonces, así, al fast track, para que nadie molestara a nuestros flamantes líderes sindicales, para hacerles más fácil que se roben el dinero de los trabajadores que "representan", para que se hagan de poder y de propiedades sin que nadie los moleste. Que el Secretario del Trabajo sea incapaz de lidiar con un problema de esta naturaleza, que los lamentables hechos acontecidos en Pasta de Conchos y ahora en Lázaro Cárdenas avalen su raquítica y pálida capacidad de negociación, es otro tema. El sindicalismo mexicano, el que representa el Napo por lo menos, es una mafia, y el que despacha en la Secretaría del Trabajo, un timorato. Que se vayan ambos, que se les juzgue y reprenda, por lo que toque a cada quién, ya sea corrupción o imbecilidad.
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Hoy se llevará a cabo el primero de los debates entre los Candidatos a la Presidencia de la República, y ahí, como en todos lados, antes de hablar sobre las propuestas se hablará -se ha hablado, se habla- de la silla que dejó de ocupar AMLO; ya sabemos, dicen que es por estrategia de campaña. La contienda se transforma en una gran arena, en donde el diminuto referee, gris, de lentes, discute con sus colaboradores acerca de lo que le dice un luchador a otro, sobre el tono de sus insultos, o el color de sus atuendos. Lo de fondo es que nuestra incipiente y cara democracia se mantiene al margen de un espectáculo, de nuevo, mediático. La insensatez de los panistas y sus ridículas manifestaciones -AMLO es un peligro, lo de Chávez, lo de Poniatowska, ese Manuel Espino-, la arrogancia de los perredistas (porque por una vez, en mucho tiempo, están arriba, reproduciendo lo que cualquier fascista haría, descalificar al adversario), la causa perdida de los priistas... y en el fondo, la crónica de un cínico experimento, del magisterio que no apoya ni levanta, y, la lógica de un progresismo limitado, que no termina por arrancar cuando ya vamos a la mitad de la carrera...